¿Qué tipo de contaminantes encontramos en el humo de los incendios forestales?
El humo de los incendios forestales es, principalmente, fruto de la ignición de combustibles vegetales vivos y muertos. Este humo es una compleja mezcla de vapor de agua, partículas contaminantes, monóxido de carbono, dióxido de carbono, hidrocarburos junto con otros químicos orgánicos, óxidos de nitrógeno, oligoelementos y varios gases como la acroleína, formaldehído, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre. También existen otros componentes, como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH), considerados cancerígenos, y el polvo levantado, que puede contener restos de sílice cristalina. La composición exacta de cada humo dependerá de múltiples factores, como el tipo de combustible, la humedad, la temperatura, la climatología y las condiciones de viento, entre otras variables.
¿Cómo afectan a la salud de los bomberos forestales?
El principal contaminante de los incendios forestales son los particulados. Su tamaño es un indicador de su potencial para causar problemas de salud.
El pasado mes de noviembre el Grupo Nacional de Coordinación de Incendios Forestales, de Estados Unidos, publicó un ensayo que titularon “Guía de manejo de fuego técnico”. En él, se afirma que: “El cuerpo humano tiene varias formas de protegerse de las partículas asociadas al humo de los incendios forestales: las partículas más grandes (> 2.5 μm de diámetro) y una parte de las partículas finas (<2,5 μm de diámetro) y ultrafinas (<1 μm de diámetro) serán capturadas por la mucosa nasal y los cilios (pelos microscópicos que recubren el tracto respiratorio que ayudan a eliminar el polvo y las bacterias ). Eventualmente el cuerpo los eliminará. Sin embargo, la porción de partículas finas y ultrafinas que no hayan podido ser capturadas por la mucosa nasal continuarán viajando por el tracto respiratorio superior hasta el tracto inferior y se depositarán en el revestimiento del pulmón, donde pueden quedar atrapadas. Si la persona está en una atmósfera limpia, el cuerpo podrá expulsar parte de estas partículas al toser. Pero algunas de estas partículas ultrafinas pueden viajar a través del revestimiento del pulmón y entrar en el torrente sanguíneo".
Como referencia, todas las partículas de inferior o igual tamaño a 4 μm (PM4) tienen capacidad de penetración en las vías respiratorias inferiores. Neumólogos y científicos concuerdan que las nanopartículas PM 2.5 (menos de 2.5 micrómetros de diámetro) son las que suponen un mayor riesgo ya que pueden viajar por el tracto inferior, penetrar los pulmones y llegar al torrente sanguíneo, tal como se describe en esta guía, llegando a afectar los pulmones, el corazón y los vasos sanguíneos. La mayoría de las partículas presentes en el humo de los incendios forestales miden menos de 0,6 micrómetros de diámetro.
Por otro lado, las partículas más grandes (mayores de 10 micrómetros de diámetro) son menos peligrosas, pero no son totalmente inocuas. Tienen capacidad de producir irritación en los ojos, la garganta y la nariz.
Efectos a corto plazo de la exposición a partículas contaminantes:
Efectos crónicos o a largo plazo de la exposición a partículas contaminantes:
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El segundo contaminante que encontramos en el humo de los incendios forestales es el monóxido de carbono. Es un gas incoloro e inodoro producido por la combustión incompleta de madera u otros materiales orgánicos. La inhalación de monóxido de carbono provoca graves efectos en la salud de forma casi inmediata, como la disminución de la capacidad de trabajo y la pérdida de la percepción visual del entorno (el famoso efecto túnel que aparece tras largas horas de operativo), la destreza manual, la conducción y el nivel de atención, dolor de cabeza y náuseas. También pueden producirse efectos más graves si los niveles de concentración son elevados y se trabaja muy cerca de un fuego sin llama. Para las personas que padecen enfermedades cardíacas preexistentes, incluso puede desencadenar una angina de pecho, provocar arritmias o conducir a una insuficiencia cardíaca repentina.
El monóxido de carbono transforma el oxígeno de la hemoglobina en la sangre en carboxihemoglobina (COHb), afectando principalmente a dos de los órganos vitales más importantes, como son el cerebro y el corazón, que requieren grandes cantidades de oxígeno para funcionar correctamente. Las investigaciones llevadas a cabo por el Grupo Nacional de Coordinación de Incendios Forestales, establecen que: "El tiempo hasta que se alcanza un nivel tóxico de COHb puede variar en función de la concentración de CO ambiental, la frecuencia respiratoria del operario (si se está ejerciendo un esfuerzo físico) o la altitud, entre otros factores. Cuanto más duro es el trabajo y mayor la altitud, más rápidamente se producirá la segregación de COHb. Si se realiza un trabajo físico de alta intensidad en situaciones de gran densidad de humo, los síntomas de sobreexposición al CO pueden ocurrir después de 15 minutos”.
Los dos aldehídos más peligrosos que se encuentran en el humo de los incendios forestales son el formaldehído y la acroleína. Producen irritación de ojos, nariz y garganta, depresión de la frecuencia respiratoria y parálisis temporal de los cilios (vello del tracto respiratorio superior encargados de retener y expulsar contaminantes exógenos). La exposición continuada al formaldehído está relacionada con el cáncer nasal.
Los óxidos de nitrógeno (NOx) y azufre (SOx) afectan a los ojos, las mucosas y el tracto respiratorio superior. Pueden desencadenar dificultades respiratorias y asma. Afortunadamente, esos dos componentes no suelen alcanzar niveles de concentración muy altos en incendios forestales. Sin embargo, contribuyen a la irritación y a la aparición de dolencias menores del sistema respiratorio.
Benceno y otros compuestos orgánicos volátiles (COV). Existen discrepancias sobre la presencia de benceno en el humo de los incendios forestales (un carcinógeno implicado en la leucemia). Los niveles de exposición más altos se han encontrado en la combustión de gasoil, incluido el combustible de las antorchas de goteo.
¿Qué niveles de exposición reciben los bomberos forestales?
La Occupational Safety and Health Administration (OSHA, agencia americana encargada de legislar a nivel federal en materia de salud y seguridad laboral) estableció un marco de trabajo, analizando los principales contaminantes en el humo de incendios forestales y trazó un índice de exposición máximo (OEL). Si el índice es igual o superior a 1, se considera que la exposición excede el OEL. Si es inferior a 1, se considera que el contaminante puede suponer un peligro si se producen efectos aditivos o sinérgicos con otras sustancias químicas.
La OSHA establece que no se deben exceder las 10 - 12 horas de trabajo continuo en tareas de extinción o quemas prescritas. Incluso respetando estos parámetros, los investigadores han establecido que la exposición al monóxido de carbono puede exceder los OEL en ambas actividades. Es frecuente encontrar parámetros promedios de exposición a CO, de entre el 5 y el 10 por ciento, en el transcurso de un turno. La exposición a PM4 también suele exceder significativamente los OEL recomendados.
¿Qué maniobras implican un mayor riesgo de exposición?
Trabajando en ataque directo y trazando líneas de defensa se sufren niveles de exposición más altos, seguido de la retirada de vegetación (motoserristas) y las maniobras de remate. Las maniobras con fuego técnico entrañan menos riesgos.
La exposición en colinas y valles (pendientes) es más alta que en incendios en pastos o llanuras. Esto se debe a la influencia del viento, a mayor velocidad, mayor exposición.
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